domingo, 21 de septiembre de 2008

RESACA

Valga, como apostilla a lo que anoche no quise o no supe decir a propósito del tan traído y llevado asunto de la bondad o la maldad -según para quién- que al parecer arraiga en el ser verdadero del verdadero artista, esta cita que me apropié hace tiempo del clásico uruguayo José Enrique Rodó: "Quien aprendió a distinguir lo delicado de lo vulgar, lo bello de lo grotesco, está más cerca de distinguir el bien del mal". Entiendo que esta frase clarifica bastante lo que, antes que pensar, intuyo y siento. Y ello admitiendo que la singularidad del artista, en aras de su Arte, sabrá sublimar y malversar lo mejor y lo peor de sí mismo, es decir, del hombre (o de la mujer) que lo habita, lo mismo en el alma como en el cuerpo.

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