miércoles, 29 de diciembre de 2010

HAGAMOS LO QUE HAGAMOS

"Hay ciertas cosas que el destino se propone tercamente. En vano se le interponen la razón y la virtud, el deber y todo lo sagrado; tiene que ocurrir algo que a él le parece bien, y que a nosotros no; y, así, acaba por surgir sin remisión, hagamos lo que hagamos".

Hará unos dos meses que inicié la lectura de la novela Las afinidades electivas (1809), de J. W. Goethe (en traducción de José María Valverde), a cuyo capítulo XIV de la segunda parte pertenece el fragmento de arriba. Las circunstancias del día a día, unidas a una creciente inclinación a la pereza, han contribuido a este avance pausado por sus páginas, con interrupciones que a veces abarcaban semanas enteras. Admito, pese a tratarse de un clásico, que he transitado por parajes soporíferos, por escenas en blanco y negro que hubieran hecho las delicias de los guionistas de Hollywood en una adaptación con decorados falsos y melodías con ecos dramáticos -mejor dicho: melodramáticos- que asimismo hubieran merecido la bendición de algún óscar. Pero también me he topado con reflexiones memorables y con citas de dos o tres renglones, subrayadas por mi mano, que colman el primer requisito exigible a toda cita subrayada en una novela: que su decir universal sirva al lector, a su solo lector, para reconciliarse consigo mismo de un modo visceral, como si esas palabras que ahí se combinan hubieran sido escritas exclusivamente para uno y hubieran debido esperar tantos años para certificar la exactitud de su mensaje. Así, para quien hoy soy, el fragmento que transcribo.

viernes, 17 de diciembre de 2010

CRISIS, EMPACHO Y COMIDAS DE EMPRESA

El lugar es propicio: una de esas denominadas "comida de empresa" donde cada comensal sabe de antemano que el dispendio le saldrá por unos cuarenta y cinco euros sentado, más la propina de euros que luego le apetezca consumir de pie, con el codo en la barra o con el pie en la pista. El tema, previsible: la crisis económica que venimos padeciendo y que, según los grandes números de los grandes calculadores, nunca tuvo igual desde aquella de 1929 que muchos de nosotros estudiamos para un examen olvidado en los libros de historia del instituto.
Después de pagar laica o religiosamente el dispendio -champán o cava y sobras incluidos-, y de haber acudido a varios bares nocturnos donde se respira humo y ni el que habla se oye a sí mismo, y de haber vomitado el empacho de entrantes y de platos varios y de postres sin tasa en esa taza en la que ya a nadie le apetecerá depositar su orina... Después de todo, uno va y se pregunta qué es exactamente eso que en los países del primer mundo llamamos crisis económica, y qué pensarían de este diagnóstico apocalíptico aquellos antepasados nuestros que perdían dos días de tren en llegar como borregos a su destino en la vendimia francesa, y qué tonalidad tendrá hoy, a esta hora exacta, la mirada de un niño africano que sabe que sus posibilidades de sobrevivir al hambre no son más altas que las de sus padres o abuelos.
En los tiempos que corren, no se me ocurre una imagen más egoísta y repugnante del mundo que la expresión satisfecha de quien se queja de la crisis con la boca llena.

martes, 30 de noviembre de 2010

JORGE MARTÍNEZ DE PACO: PENSAMIENTOS INÉDITOS

Hoy hace nueve años que dejó el mundo de los vivos, el mismo día y casi a la misma hora en que yo leía mi tesis de doctorado ante un quinteto de profesores de ojos saltones. Supe de la extraña coincidencia algunas semanas más tarde, resistiéndome a juzgar esa torpe ironía del destino. Después, la generosidad de su hermana Mariola puso en mis manos sus cuadernos, los viejos papeles, las notas sueltas que fue dejando aquí y allá este hombre con hechuras de escritor, o viceversa. El libro que compilé y que aún sigue inédito -el desdén editorial es un artefacto que a más de uno que yo me sé le estallará en el rostro cuando el legado vea la luz- habrá de titularse, se titula ya, El verdadero artista. Hoy, al vencer el noveno aniversario de la muerte de Jorge, he querido rememorarlo aquí y subrayar su talento con un manojo de pensamientos buscados en el bazar de sus palabras. Helos:

De ahora en adelante ya no hablaré de autores, sino de obras.

Bienaventurados los poetas inéditos, porque existen ajenos al despótico juicio de los vivos y reposan en la fe de una verdad más alta.

Lo primero que ha de hacer un artista es expatriarse; y lo segundo, inmediato, no olvidar sus orígenes.

La contradicción es hija de la intuición y madre de la verdad.

Quien nada en la abundancia corre el riesgo de ahogarse en su miseria.

A escribir se aprende escribiendo: para honrar al infinitivo hay que humillarse ante el gerundio.

Su rencor compartido fue tan largo y tan mutuo que ya no les dio tiempo a "rencorciliarse".

Publicar con seudónimo tiene que ser como volver a nacer.

Un suicida es el colmo de la soberbia.

No hay artista cabal que no encarne y consuma el orgullo generoso, la soberana humildad del artesano.

Los espíritus más rebeldes suelen ser también los más transigentes. ¿Por qué?

Si te comes el mundo, como dices, acabarás solo y sin nadie a quien contarlo, acorralado por la indigestión o por el vómito.

Si poesía es humildad, el enemigo mayor de la poesía es el mismo que se dice poeta.

Guárdate el ingenio de una frase si oculta el horizonte complejo del discurso; así esos árboles soberbios que aniquilan la belleza solidaria del bosque.

¿Es lícita la autocita, o nace deslegitimada y en pecado original?

En arte, no se trata de competir, sino de llegar: sólo la mediocridad se rebaja a la competición.

El atributo "perfecto" siempre habría que ponerlo entre comillas.

Editar es una concesión, acaso debilidad, casi derrota.

Después de leer mis poemas me ha llamado ingenioso. Ingenioso ha dicho, no genial. También aquí la lengua es justa, y cruel, y concluyente.

¿Hay soberbia en la continua vindicación de la humildad como valor sustantivo del artista?

viernes, 5 de noviembre de 2010

LEÍDO AYER

"¿Qué discusión hay aquí? ¿Qué necesidad hay aquí de ayuda? ¿Creen ustedes que estoy en el mundo para dar consejo? Esa es la ocupación más tonta que se puede emprender. Que cada cual se dé consejo a sí mismo y haga lo que no puede dejar de hacer. Si le sale bien, alégrese de su sabiduría y de su suerte; si le va mal, entonces yo estoy a mano. Quien quiere librarse de un mal, siempre sabe lo que quiere; quien quiere algo mejor de lo que tiene, está como ciego. ¡Sí, sí, ya pueden sonreír!, juega a la gallina ciega, y quizá da en el clavo, pero ¿qué? Hagan lo que quieran: ¡es lo mismo! He visto salir mal las cosas más razonables, y salir bien las más disparatadas. No se rompan la cabeza, y aunque de un modo o de otro salga mal, tampoco se la rompan".

J. W. Goethe, Las afinidades electivas (Cap. II)

sábado, 30 de octubre de 2010

¡QUÉ GUAY!

Hace unos días desperté de su larga noche a mi olivetti-lettera 32; no por un arranque melancólico, sino porque quería dotar de apariencia mecanográfica rústica a un proyecto de poemas para enmarcar junto a unas fotos. Tiré de la cremallera de la funda, dispuse la reliquia sobre una mesa y la contemplé con arrobo antiguo durante unos minutos. Es la máquina de escribir que quise para mí algún día de Reyes que ya siento remoto, el mismo teclado que batalló bajo el entusiasmo literario de mis dedos durante más de tres lustros, la misma estructura que quedó relegada y casi olvidada cuando me alcanzó el maravilloso embrujo de la nueva tecnología. Me pregunté si se habría estancado su mecanismo por la falta de uso, si se habría secado la cinta de la tinta. Introduje un folio en el rodillo, repitiendo el movimiento con la destreza de tantísimas veces, y volví a golpear cada letra hasta completar, al azar, varias palabras. ¡Funcionaba!: ahí estaba el estallido inconfundible de las teclas, la sensación inigualable en las yemas de los dedos, la emoción recobrada de mis versos adolescentes y la estela de su otoño más triste. Seguí tecleando y de pronto surgieron las cabezas de mis dos hijos de doce y de nueve años, que habían escuchado el ingenio y no podían imaginar qué sería aquel ruido. Por supuesto, lo estaban deseando y les dejé probar; les expliqué con que brío seco había que darle a la tecla y retirar el dedo, les revelé cómo quedaba marcada en el papel por intercesión de la cinta y de su tinta.
Una vez le escuché a un Premio Nobel ya fallecido, en una conferencia, la anécdota de unos amigos suyos que vinieron de los Estados Unidos a su casa de campo: el retoño de esos amigos se extrañó de lo avanzados que aquí estaban, pues para encender la luz en aquel refugio no había que pulsar ninguna llave que provocara la corriente eléctrica, sino que bastaba apenas con encender una cerilla con la propia mano y acercarla inmediatamente al candil para que se hiciera el milagro. Recordé la anécdota mientras mis hijos tocaban la máquina de escribir, admirándose, en su inocencia de ordenadores y de impresoras ultimísimas, de la obviedad del mecanismo; y quiero creer que al menos por unos minutos compartieron con su padre la emoción anacrónica de asistir a cada letra impresa sobre el papel, tras el estallido seco de la tecla.

viernes, 15 de octubre de 2010

PACTO CON EL DIABLO

Fue ayer, por la mañana, delante de una taza donde hubo café, y en compañía de dos amigos -él y ella- con los que tertuliaba sobre el buen hacer del Clint Eastwood director, sobre aquellos años remotos en que no tuvimos televisión en nuestra casa, sobre una extraña película de cuyo título nadie se acordaba pero que transcurría en Mongolia y en la selva amazónica y en la sabana africana a propósito de la final de un mundial de fútbol, sobre lo que pueden dos tetas que se desbordan de una foto del periódico, sobre la poética sabia en las letras de Sabina, sobre las contradicciones y las controversias del Nobelísimo Vargas Llosa y sobre muchas cosas más que no pueden escribirse en un blog público. De repente lo dije, casi sin pensarlo:
-Si yo fuera capaz de escribir un best seller, abandonaría la literatura.
Y el amigo, perspicaz:
-Esa frase tienes que apuntarla en algún sitio.
Así que aquí la traigo, obediente y un poco estupefacto, para que se desfogue entre los retales de esta alforja.

viernes, 8 de octubre de 2010

PALABRA DE NOBEL

"La literatura no da la felicidad, pero nos hace más capaces para convivir con la infelicidad".
Mario Vargas LLosa

(*La cita no es literal, sino como la recuerdo; ha tiempo que, con el debido respeto a la fuente, prefiero citar por aproximación).

jueves, 16 de septiembre de 2010

HORIZONTE Y PERSPECTIVA

"como las huellas de las gaviotas en las playas"
Pablo Neruda

Si se admite que la sintaxis es una facultad del alma -como escribió, creo, Paul Valèry-, me pregunto si habrá vida más allá del análisis y la disección de una oración subordinada adverbial impropia final. Me lo pregunto ahora que volvemos a las aulas y que los profesores de lengua y literatura de ESO y de Bachillerato revisan las programaciones obsoletas de sus departamentos y se replantean objetivos e índices porcentuales para asediar a la nueva hornada de adolescentes que ya merodean por los centros escolares. Y me pregunto si no habré caído yo también en la trampa de los años -ya son más de tres lustros- y si habré extraviado la perspectiva de lo que significa el privilegio de transmitir lo poco que uno sabe y lo poco que uno es a quienes te miran con ojos incrédulos desde la inmediatez de su pupitre. Observo que algo tan simple y tan hermoso como la lengua española y la literatura que la dignifica se va reduciendo paulatinamente, para muchos de mis colegas, para demasiados de mis colegas, a un erial metódico donde arrojar la jerga de su frustración a modo de complementos directos e indirectos y de anáforas e hipérboles y de otras bendiciones con que justificar el horizonte satisfecho de su saber. Ya quedan pocos que den a probar aquel soneto de Garcilaso o que degusten sin aspavientos una página del Quijote. Así, los alumnos más aventajados de las próximas generaciones -los otros ya han dibujado su bostezo sin fin- harán análisis sintácticos como quien resuelve crucigramas sobre una toalla en la arena, sin apreciar el rumor del mar en un poema de Neruda.

martes, 20 de julio de 2010

OSADÍAS Y QUIMERAS

Sueño de hombres: ambicionar la inmortalidad a través de lo efímero.

Ambición de dioses: soñar lo efímero a través de la inmortalidad.

Y que ni a los unos ni a los otros les sea dado satisfacer su destino.

lunes, 21 de junio de 2010

GRACIAS, SARAMAGO

Si sumo las horas de felicidad que me ha regalado este hombre desde que, hará unos quince años, comencé a leer uno tras otro todos sus libros, me doy cuenta de la importancia que su obra ha tenido en mi vida; pero, sobre todo, me sorprende la dimensión ejemplar de su actitud como hombre, tan tenaz en el compromiso de la fábula y tan perseverante en su visión de la realidad de este mundo, dos cosas que vienen a ser una y la misma.
Cuando supe de su muerte, por la radio, yo conducía mi coche por una carretera secundaria; me acompañaban mis dos hijos, que inmediatamente se percataron de que un dolor muy sutil me había atravesado el pecho. Sentí una orfandad difícil de explicar, imposible de tasar, pero que a ellos les transmití como mejor supe, pensando que este portugués que publicó su primera novela casi a los sesenta años también les incumbe a ellos, que también para ellos vivió y propagó la luz de su palabra. Su cielo está aquí, en la eternidad de sus ficciones, en las horas felices que todavía regalará a los hombres y mujeres que acierten a encontrarlo; o a reencontrarlo, porque acabo de caer en la cuenta de que es ahora cuando comienza para mí el maravilloso tiempo de la relectura.
Gracias por todo y por tanto, don José.

lunes, 29 de marzo de 2010

HAGO UN JUICIO PARALELO

"Yo no soy racista, pero..."

Cada vez que alguien le prepara el terreno a una adversativa postulándose como no-racista...

lunes, 22 de marzo de 2010

FOLIO 300 / NOVELA

[...]
imaginárnoslo fantaseando con la posibilidad objetiva de cobrarse la pieza que le ha traído su alumna, demostrado queda que cuando la poesía no es fin se conforma con ser medio para acariciar otras empresas. No será éste el caso, pues la identidad sexual de Pablo está tan fuera de duda que el señor Tozzi capta el desinterés y se distrae con una mujerona que le extendió un ejemplar que el otro habrá de dedicarle con todo su afecto, gajes del oficio, en menos de un lustro hojearemos este libro y su autógrafo anacrónico en un quiosco de segunda mano, a mitad de precio. Mientras, nuestra parejita ya ganó la puerta de la calle.
En la esquina de la estación Porta Nuova, muchos años atrás, Cesare Pavese tuvo que resolver el dilema definitivo, esto es, comprar un billete para huir de sí mismo o refugiarse en el hotel para mirar cara a cara a su destino. En cambio, la alternativa que se dirime en el silencio de estos dos no es en modo alguno comparable, ayer Pablo y Toya se despidieron sin que nadie les informara de que ya no volverán a verse en estas páginas, hoy Pablo y Claudia pueden separarse con la fachada de la estación a su espalda o pueden continuar caminando hasta donde el camino lo permita, de ellos depende, una idea es sentarlos a consumir el café o el chocolate del Platti, bastará con ponerlos a cruzar la avenida y desentumecerles las gargantas, de hecho ya han echado a andar por el paso de peatones y se dejan absorber por los arcos, entre el bullicio de transeúntes ajenos a nuestro relato. Pero la muchacha no obedece, no se para en la cafetería ni busca la conformidad de Pablo, ella sigue calle arriba marcando su ritmo de tacón en las baldosas y Pablo la acompaña unos centímetros por detrás, espiando el movimiento de su media melena bajo la boina, respirando el perfume que la convierte en la mujer que es, que será, porque en la memoria del deseo podemos cerrar los ojos para revivir el preciso olor de la mujer que fue, más allá de un nombre y de unos rasgos. Cuando ya se divisan los castaños de Corso Re Umberto, ella afloja la marcha para prender un cigarrillo con su ritual de cine negro, y él, que no ignora que la puerta de su piso está al doblar esta manzana, la
[...]

sábado, 20 de marzo de 2010

PALABRAS DE CINE

-Tengo dos noticias para ti, una mala y una buena... Estás impedido de cintura para abajo.
-¿Y la buena?
-La buena era ésa; la mala es que a partir de ahora yo voy a cuidar de ti.

Lunas de hiel (1992)

* * *

-Es el mejor disparo que he visto en mi vida.
-El peor; yo apuntaba al caballo.

Los siete magníficos (1960)

martes, 2 de marzo de 2010

RELACIONES INTERMITENTES (9)

-Eres preciosa.
-Eso me dicen...
-Yo no he dicho guapa ni bella: he dicho preciosa.
-¿Y de qué me sirve?
-En la Verdad no hay servidumbre.

jueves, 18 de febrero de 2010

ALGUIEN Y TÚ

Si sólo aspiras a ser alguien, será que no te inspira ser quien eres.

sábado, 13 de febrero de 2010

RELACIONES INTERMITENTES (8)

Quitándose un zapato y luego el otro, el hombre escucha la pregunta, su dardo envenenado.
[..]
Anudándose un zapato y luego el otro, el hombre mide las palabras, su voz responde:
-Pues claro que hay una diferencia entre aferrarse a la tierra y tocar el cielo; nadie más que yo puede entenderlo.

martes, 2 de febrero de 2010

HAY QUIENES ESCRIBEN

Hay quienes escriben para probar, y para probarse, que son escritores, y para que los escritores de la tribu los admitan como tales; de natural mediocre, de éstos habrá una media docena en cada barrio.
Hay quienes escriben para ganar concursos, para vender libros, para incrementar su cuenta corriente; y aunque a veces la rozan es muy raro que toquen la excelencia (basta mirar las listas de los suplementos mal llamados literarios); su técnica les permite afianzarse en el oficio.
Hay quienes escriben buscando esa excelencia, se dejan la vida en ello, pero sus mecanuscritos son rechazados por los editores y despreciados por los libreros, hasta que un día encuentran la complicidad necesaria y a lo mejor la fidelidad de unos pocos lectores; su talento sólo saldrá a flote si lo acompañan de perseverancia.
Hay, también, quienes escriben.
Y hay más.

viernes, 29 de enero de 2010

UN ARTE SIN ARTIFICIO

Cuando el sabio señala la luna,
los tontos miran el dedo.

De todas las lecturas que en el último año me ha regalado el destino, sin duda la más insólita fue justo ésa que nunca hubiera satisfecho por mí mismo si el destino -soberano de su curso, dueño de su cauce- no se mostrara a veces tan generoso conmigo. Se trata de Zen en el arte del tiro con arco (Kier Gaia, 2005; ed. p. 1953), de Eugen Herrigel (1884-1955), un volumen con ilustraciones y con una nutrida selección de citas muy acordes con el espíritu del tratado, extraídas de clásicos japoneses vinculados al Zen. A continuación parafraseo algunos fragmentos que subrayé, según mi criterio, con tinta roja:

El autor alemán, que recibió enseñanzas durante seis años, reconoce que el camino del arte sin artificio no es fácil; mas llegará el día, no obstante, en que lo imposible se habrá hecho posible, más aún, natural.
Entiende el arte de la arquería como una habilidad que debe ser buscada en ejercicios espirituales y cuya meta consiste en dar en un objetivo espiritual, de modo que en su esencia el artista se apunta a sí mismo, y hasta puede tener éxito en acertarse a sí mismo. El tiro con arco de ninguna manera puede significar un intento de lograr algo externo, con arco y flecha, sino interno, con el propio yo, porque arco y flecha son, por así decirlo, nada más que el pretexto de algo que podría darse también sin ellos: el camino hacia una meta, no la meta misma, la ayuda para dar el salto final y decisivo.
Lejos de querer despertar prematuramente al artista, el maestro considera como su misión primordial convertir al discípulo en un artesano que domine por completo el oficio. El estado espiritual apropiado del artista se alcanza cuando los preparativos y la creación, la artesanía y el arte, lo material y lo espiritual, lo abstracto y lo concreto se amalgaman en un estado único, porque el arte genuino no conoce fin ni intención, y cuanto más se empeñe uno en aprender a disparar la flecha para acertar en el blanco, tanto menos conseguirá lo primero y tanto más se alejará lo segundo: lo que le obstruye el camino es su voluntad demasiado activa, ya que, en sus inicios, el discípulo cae en el error de creer que lo que él no haga no se hará.
Pero el espíritu ha de ser ágil para alcanzar la libertad y libre para recuperar la agilidad primaria. Un gran peligro no es perderse en vana presunción, sino el detenerse en lo que se sabe, convalidado por el éxito y exaltado por la fama; o lo que es igual, el peligro de comportarse como si la existencia artística fuese una forma de vida por derecho propio, acuñada y aprobada por ella misma. Porque más importante que todas las obras exteriores, por cautivadoras que sean, es la interior, la que el arquero debe realizar sobre sí mismo si ha de cumplir precisamente su destino de artista.
Es necesario que el tirador, pese a toda su actividad, se convierta en centro inmóvil. Y entonces surge lo último y lo más excelso: el arte deja de ser arte, el tiro deja de ser tiro, será un tiro sin arco ni flecha; el maestro vuelve a ser discípulo; el diestro, principiante; el fin, comienzo; y el comienzo, consumación.

Hay una leja en la estantería de mi Vida que reservo a las lecturas inolvidables, y ésta hace ya algún tiempo que se ganó ese derecho.

sábado, 23 de enero de 2010

FOLIO 200 / NOVELA

[...] avatares financieros de La Nardo, aguantarás veinte minutos de cháchara entre la una y el otro, o entre la una y la otra, ambas dos, discúlpese la confusión de géneros cuando se entromete el sexo, Bernardo en su italiano macarrónico veteado de andalucismos y seseos, ella regando el desparpajo inequívoco del otro con vocablos cómplices, sin duda captada por el festival de contoneos y desplantes. Cuando todo acaba no se te ocurre cómo entrarle con el tema del dinero, que ya pasaron diez días desde aquel viernes aciago, el del préstamo, dos lunes de promesas incumplidas, que al final de esta semana vence el pago de la quincena por alojamiento, que maldita la gracia que te hace tener que ir recordándoselo cada vez que lo ves. Él, perro viejo, se te adelanta con que lo están esperando los sirios, un negocio que ya te contaré, es que ya voy tarde, qué pena que no nos podamos escapar a los carnavales de Cádiz, te gustarían, eso sí es juerga y no el muermo de aquí, bueno, Pablo, cuando consiga arreglar los trámites para cobrarme el giro te lo digo, está enviado pero es que no llega, eso me dicen los del servicio postal, y cuando hablo con mi padre se pone de los nervios porque son unos incompetentes, este país funciona de puto culo, ci vediamo, ciao. El miércoles amaneció con la expectativa de la clase de Gianni Vattimo y ya hemos reservado un asiento en la última fila de la grada, mejor dicho, tres asientos, porque Pablo accede al aula con Ángel y con Enrico, el newyorkino que coló el problema de las ratas en su ciudad y que ahora añade que durante una temporada se instaba a los vecinos a vaciar pastillas anticonceptivas en los retretes. Hay más alumnos de los que admite el aforo, así que los que siguen entrando se amontonan en los escaloncitos o permanecen donde buenamente pueden, de pie, con el abrazo de carpetas y de libros y con algo de tensión en la mirada. ¿Y Ulrich?, pregunta Pablo. Ulrich no creo que aparezca, la réplica de Ángel suena a lamento, el lamento de un cínico que también habrá leído a [...].

viernes, 22 de enero de 2010

EL POSEÍDO


"Durante muchos años, me acosté por escrito".

Que hayan tenido que vivirme tantas cosas para que me vuelva a poseer ese misterio...
La cita, de Georges Perec.

miércoles, 20 de enero de 2010

PARIDAS

43, como el licor aquel.
Ni uno más.
Ni uno menos.
Revisito algunas de mis paridas sobre el tiempo y la edad:

10. Cumplir años es otra de las ironías conceptuales a que tan aficionado es el tiempo, suponiendo que el tiempo, no el concepto que de él tenemos, persista más allá de uno y de nosotros para distraerse con humanas ironías.

9. El pasado es derrota y el futuro incertidumbre. Mas tú, presente, dónde estás, cómo te sustancias, qué negocias a mi espalda, tras qué máscara te me ocultas.

8. Los años tienen rostro: es su rostro el rostro innegociable que amasa en nuestro rostro el cadáver futuro que hablará a nuestro espejo.

7. A los tantos años de su poca edad, el pobre va y descubre que le falta la sapiencia de los años, que le sobra la inocencia de la edad.

6. Si entonces eras tú quien pasaba del tiempo, ahora ya es el tiempo el que pasa de ti. (Tempus fugit, Versión definitiva).

5. Todo lo que el ser humano puede o se atreve a medir es, por definición, finito; así el tiempo.

4. Hipotecado así, pasa sus días: diciendo que le falta lo que pierde diciendo.

3. Lo primero de todo será hacer un buen fuego con el reloj; y lo último, claro.

2. Porque cumplir y contar años es ya un anacronismo.

1. Belleza sin dolor depara el tiempo.

0.


lunes, 18 de enero de 2010

RELACIONES INTERMITENTES (7)

Ante la queja cada día menos velada de la hembra, el orgullo herido del macho -la camada en común ha tiempo voló del nido- le habló cual oráculo:
-Nos hacemos mayores; tendrás que elegir entre frecuencia e intensidad.
Y entonces ella no tardó en buscar, donde supo que hallaría, un cachorro alternativo de veinticinco primaveras que la frecuentaba intensamente.

jueves, 14 de enero de 2010

INESCRUTABLE

Ante un "desastre natural" como el de ayer en Haití -el país más pobre de América, uno de los más necesitados del mundo-, ¿cree usted que Dios debería comparecer inmediatamente en rueda de prensa?, ¿sí o no?

Pueden votar en nuestra web ad infinítum.

A PELO

Día ventoso: resarcimiento de calvos.