sábado, 23 de enero de 2010

FOLIO 200 / NOVELA

[...] avatares financieros de La Nardo, aguantarás veinte minutos de cháchara entre la una y el otro, o entre la una y la otra, ambas dos, discúlpese la confusión de géneros cuando se entromete el sexo, Bernardo en su italiano macarrónico veteado de andalucismos y seseos, ella regando el desparpajo inequívoco del otro con vocablos cómplices, sin duda captada por el festival de contoneos y desplantes. Cuando todo acaba no se te ocurre cómo entrarle con el tema del dinero, que ya pasaron diez días desde aquel viernes aciago, el del préstamo, dos lunes de promesas incumplidas, que al final de esta semana vence el pago de la quincena por alojamiento, que maldita la gracia que te hace tener que ir recordándoselo cada vez que lo ves. Él, perro viejo, se te adelanta con que lo están esperando los sirios, un negocio que ya te contaré, es que ya voy tarde, qué pena que no nos podamos escapar a los carnavales de Cádiz, te gustarían, eso sí es juerga y no el muermo de aquí, bueno, Pablo, cuando consiga arreglar los trámites para cobrarme el giro te lo digo, está enviado pero es que no llega, eso me dicen los del servicio postal, y cuando hablo con mi padre se pone de los nervios porque son unos incompetentes, este país funciona de puto culo, ci vediamo, ciao. El miércoles amaneció con la expectativa de la clase de Gianni Vattimo y ya hemos reservado un asiento en la última fila de la grada, mejor dicho, tres asientos, porque Pablo accede al aula con Ángel y con Enrico, el newyorkino que coló el problema de las ratas en su ciudad y que ahora añade que durante una temporada se instaba a los vecinos a vaciar pastillas anticonceptivas en los retretes. Hay más alumnos de los que admite el aforo, así que los que siguen entrando se amontonan en los escaloncitos o permanecen donde buenamente pueden, de pie, con el abrazo de carpetas y de libros y con algo de tensión en la mirada. ¿Y Ulrich?, pregunta Pablo. Ulrich no creo que aparezca, la réplica de Ángel suena a lamento, el lamento de un cínico que también habrá leído a [...].

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