miércoles, 28 de septiembre de 2011

HASTA A MÍ MISMO...

"Debiéramos estar ya desengañados de todo, debiéramos haber perdido todo anhelo de arte: y sin embargo, cada día escribo... ¿para quién? Y cada vez que pongo la pluma en una cuartilla blanca el corazón me tiembla de emoción, de reverencia y de miedo, como si me acercase a un ara. ¿No son también las aras blancas y cuadradas? Y todo mi ser tiembla del pánico de pensar que acaso podría escribir una obra maestra... ¡Oh este enorme pensamiento! ¡Poder escribir una obra maestra! Y esta gran felicidad, esta inmensa dicha puede ocurrirle a cualquiera que, desencantado de sí mismo, de su arte y de su inspiración, después de haber adornado los márgenes del papel en que escribe con toda clase de garabatos, con formas de flores y de monstruos, toma la pluma distraídamente y empieza a coordinar palabras... ¡Una obra maestra! Esta dicha -y esto es lo que me infunde más pánico-, esta felicidad superior a la de ser amado y a la del hallazgo de la sortija en la torta de pascua, puede sin embargo ocurrirle a cualquier, hasta a mí mismo..."

El divino fracaso (1918), Rafael Cansinos-Asséns

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