domingo, 2 de octubre de 2011

NO REGRESES, ULISES

He dedicado algunos ratos de la última semana a rastrear la permanencia literaria de Ulises, el mito, sea en su paso por el infierno dantesco, sea en las celebradísimas versiones poéticas de Tennyson o Kavafis, las mismas que en pleno siglo XXI continúan siendo el paradigma de un símbolo universal, inagotable. Pero la sobremesa de este agónico domingo que no sabe a qué estación pertenece me tenía reservada la ocurrencia de presentarles a mis hijos, por fin, una película que siempre consigue sacarme sonrisas cómplices y que siempre concluyo con ojos turbios: Cinema Paradiso. Y he aquí la sorpresa de una conexión con la que yo no contaba, no al menos hoy: ha habido varios momentos, en el último tercio de la cinta, en que la fuerza gravitatoria del personaje de Homero se ha posado, benévola, sobre las imágenes del film, e inopinadamente ha acabado iluminándome con un guiño generoso y nuevo; así la escena en que Alfredo, ya ciego y sabio como aquel Tiresias, aconseja al joven Totó que huya de ese pueblo, que busque su verdadera vida en otras partes, que no regrese nunca; así cuando la paciente madre que lo aguarda, como otra Penélope, se incorpora para recibirlo después de tantos años y cae al suelo el ovillo de lana y entonces los puntos del jersey que tejía se van deshaciendo sobre la silla, espléndida metáfora del tiempo volviendo a nuestro encuentro.
Volver para contarlo, para no ceder al olvido: el regreso -de Ulises, de Totó, de tantos otros- solo se justifica en el relato, a través del relato.

1 comentario:

amparo dijo...

http://www.lostiempos.com/diario/actualidad/cochabamba-al-dia/20100514/la-odisea-del-teatro-los-andes_70655_130402.html

recomendada odisea adaptada a nuestro tiempo