lunes, 7 de noviembre de 2011

LA RAZÓN DE LA SINRAZÓN

Leo en una hoja de periódico atrasado que el historiador Fernando Prado está decidido a dar con los huesos (con lo que quede de ellos) del insigne Miguel de Cervantes Saavedra, sepultado en el año de 1616 en algún lugar del convento de las Trinitarias de Madrid. Está previsto que el proyecto de búsqueda dure unos dos meses y que alcance un coste aproximado de 100.000 euros, pues aparte de la cuadrilla de operarios habrá que echar mano de un moderno georradar para que se rastreen los muros y el suelo.

Objetivamente, me parece una empresa más propia de arqueólogo que de historiador, si bien es cierto que tanto el uno como el otro acaban alimentando su ciencia con los despojos del pasado, en este caso con los restos de un grande de la literatura que ni sabe ni entiende la razón de la sinrazón que ampara este empeño, ni puede protestar que lo dejen tranquilo en la paz de su criadero de malvas. Me pregunto si vale la pena remover la tierra tranquila de los muertos cuando no existe una causa ética justificada. Me pregunto de qué nos sirve a los hombres y mujeres de hoy o de mañana conocer el lugar exacto de un cuerpo que murió cinco siglos atrás. Me pregunto qué número de criaturas de ojos limpios aliviarían su hambre y su sed durante todo un año si contaran con la gestión óptima de un donativo de 100.000 euros.

No hay comentarios: