jueves, 29 de diciembre de 2011

LOS PAPALAGI NO TIENEN TIEMPO

"Los Papalagi (u hombres blancos) siempre están asustados de perder su tiempo; todos saben exactamente cuántas veces el sol y la luna se han levantado desde el día en que vieron la gran luz por primera vez. Sí, juega un papel tan importante en sus vidas, que lo celebran a intervalos regulares, con flores y fiestas.
En Europa hay realmente poca gente que tenga tiempo, puede incluso que ninguna. Esa es la razón por la que corren por la vida como una piedra lanzada. Casi todos mantienen sus ojos pegados al suelo cuando caminan y balancean sus brazos para llevar mejor el paso. Cuando alguien los para, le gritan malhumoradamente: ¿Por qué me has parado?, ¿no ves que no tengo tiempo?
Con toda su fuerza y todas sus ideas, los Papalagi intentan ensanchar el tiempo tanto como pueden. Usan agua y fuego, tormentas y relámpagos del firmamento, para refrenar el tiempo. Ponen ruedas de hierro bajo sus pies y dan alas a sus palabras, sólo para ganar tiempo. ¿Y para qué sirve todo ese trabajo y esos problemas? ¿Qué hacen los Papalagi con su tiempo? [...] El tiempo resbala de sus manos como una serpiente deslizándose, porque tratan siempre de agarrarse a él. No permiten que el tiempo venga a ellos, sino que lo persiguen. [...]
¡Oh, mis hermanos amados!, nosotros nunca nos hemos lamentado del tiempo. Lo hemos amado como era, sin perseguirlo ni cortarlo en rebanadas. Nunca nos da preocupación o pesadumbre. Si hay entre vosotros alguno que no tenga tiempo, que hable. Nosotros tenemos tiempo en abundancia, siempre estamos satisfechos con el que tenemos, no pedimos más del que ya hay y siempre nos basta. Sabemos que alcanzamos nuestras metas a tiempo y que el Gran Espíritu nos llamará cuando perciba que ya es nuestro plazo, incluso si no sabemos el número de lunas consumidas desde la primera.
Debemos liberar de sus desilusiones al engañado Papalagi y devolverle el tiempo. Cojamos sus pequeñas y redondas máquinas del tiempo, aplastémoslas y digámosle que hay más tiempo entre el amanecer y el ocaso del que un hombre ordinario puede gastar."

Tuiavii de Tiavea, jefe samoano (hacia 1929)

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