lunes, 27 de mayo de 2013

EL TRAJE NUEVO...

Cuantos más años cumplo, más espacio gana en mí la desoladora sensación de seguir siendo como el niño aquel que se reía del rey desnudo mientras las ciudad entera aplaudía el talento sublime y los falsos sastres se frotaban las manos, en la conocida historia de Andersen.
Leo que España va a exponer en su pabellón de la Bienal de Venecia, a finales de mes, una montaña de más de cuatro metros de escombros, proyecto con un coste previsto de 400.000 euros. Los entendidos, para expresar lo que esto significa, hablan impúdicamente de "proceso de deconstrucción",  del "concepto land art en el que lleva tiempo trabajando la artista" y, cómo no, de la "búsqueda de una poética del escombro", poética que, no lo dudemos, acabará por encontrar si sigue escarbando en la materia de su fe mientras quienes gobiernan el despropósito le engordan la cuenta.
No me sorprende: hace años, en la ciudad por do camino, la misma artista ya descargó y deconstruyó la misma idea en un cruce de calles, no recuerdo en nombre de qué sarao de arte contemporáneo ni cómo acertaron a justificarlo los mandarines de la excelencia que por aquí discurren, pero sí que iguales o parecidos desechos, creo que tasados entonces en unos 600.000 euros, gozaron la polémica que apetecían bajo el señuelo de idéntica provocación.
Qué ingenuo soy, lo sé, y qué ignorancia la mía; los misterios del arte son tan inexpugnables como una montaña de escombro en un pabellón español. 

1 comentario:

Juan Ballester dijo...

Yo a esta Lara Almarcegui le pagaba sus obras con dinero deconstruido, le daba de comer con comida deconstruida -coño, no, que entonces copio a Dios-. Bueno, dándole como pago por su originalidad un talón deconstruido, seguro que quedaría encantada al haber comprobado en qué medida habíamos entendido su contribución al arte español.