miércoles, 30 de octubre de 2013

EN LA REUNIÓN DE 4ºD

Reunión de padres y madres con el profesor que ejerce la tutoría de sus hijos. Pero esta vez no soy yo quien se sitúa de espaldas a la pizarra y reparte fotocopias con horarios e hilvana un discurso de bienvenida salpicado de las inevitables apelaciones al sentido común. Esta vez soy uno más entre esas madres, sobre todo madres, que ocupan sillas y mesas y atienden desde la distancia de la edad, asintiendo con suficiencia o preguntando obviedades. Conforme pasan los minutos noto que mi empatía está más del otro lado que de este, más con las palabras previsibles de la tutora que con la reticencia enjuiciadora de una parte del auditorio que la interrumpe y la interpela sin turno, sin la sana solicitud de una mano levantada. Mientras miro la pizarra, las paredes con sus mapas, las dimensiones de la clase donde mi hija transcurrirá mañana seis o siete horas de su día, ante seis o siete profesores diversos, pienso en lo importante que es modificar nuestro lugar habitual entre las cosas, asumir el esfuerzo de ser también en el espacio físico del otro y de mirar por sus ojos. Creo que este mundo de locos lo agradecería.

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