jueves, 28 de mayo de 2015

El día se tuerce con determinación e irreverencia. Basta un presagio, una mirada esquiva, una palabra no dicha, las horas perdidas, la tarde sin café, el pinchazo de una rueda. Es poco lo que uno puede hacer. Mejor que pase, que se acabe la cifra irrepetible que lo nombra. De mañana nada sabemos.

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