miércoles, 27 de mayo de 2015

La jornada se fue llenando de noticias paradójicas, surrealistas, dignas de una escena que ilustraría cualquier esperpento de Valle-Inclán.
De entrada, el padre de una niña asesinada hace años ofrece al único acusado del crimen, que sigue en la cárcel, una suma de dinero y una especie de sueldo vitalicio y la retirada de todas las denuncias por revelar el lugar exacto donde se encuentra el cadáver de su hija. Después, un corrupto se acerca a los micrófonos y admite con cierto desenfado que fue un corrupto, asume la pena que se le imponga y promete devolver lo que se llevó, aunque ha perdido la cuenta; pero, sobre todo, se atribuye a sí mismo una extraña patología que va más allá de la mera cleptomanía: era un yonqui del dinero. Al fin, el neoliberalismo encorajinado y psicótico se pone piel de cordero, se postula de centro-izquierda (centro-izquierda con la que hoy comparte el grueso del programa que no ha leído) y regala generosamente la alcaldía de la capital, todo en defensa de la democracia amenazada por una peligrosísima activista antisistema, exjueza de 71 años. 
Para rizar el rizo, el compañero del diálogo de sordos de ayer se empeña en traerme un librito que demuestra con datos objetivos la verdadera verdad de los atentados de Madrid, confiando en que yo lo lea.

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