jueves, 11 de junio de 2015

Emulando el comienzo de La colmena -acaso lo mejor de Camilo José Cela-, una vez le comenté a una compañera de departamento -una compañera eficiente que ya entonces acumulaba muchos trienios y muchos sexenios en el noble oficio de enseñar la lengua y la literatura a las nuevas generaciones- que el reto principal al que antes o después hemos de hacer frente los profesores, los docentes, es la pérdida de perspectiva, olvidando lo esencial, esto es, a qué hemos venido y para qué se nos necesita aquí; y de dónde venimos. Claro, claro -repuso ella con una convicción sobrada, ligera, sospechosa-: por eso yo nunca la he perdido.

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