miércoles, 24 de junio de 2015

Por deferencia del autor, Gonzalo Ballester, la otra tarde acudí a una especie de sesión privada para conocer el documental que ha preparado o que aún prepara sobre Ramón Gaya. Cincuenta y tres minutos en que sonido, palabra e imagen manaron sin esfuerzo hacia la mirada limpia y lúcida de aquel hombre y aquel artista tan indisolublemente unidos en su destino, de aquel pintor que supo mantenerse al margen, siempre extemporáneo y crítico, y que nunca dejó de sorprenderse de cuanto veía. Cuesta imaginar en el mundo de hoy, entre quienes usan pinceles y cuelgan cuadros en galerías, museos y otros espacios de arte, en ese batiburrillo de comisarios y mercaderes y mirones, una actitud más radicalmente honesta y genuina que la que nos desvela Gaya. Justo lo que, en buena hora, viene a vindicar la cinta de Gonzalo. Chapeau!

No hay comentarios: