martes, 23 de junio de 2015

Releyendo a saltos los primeros años de los diarios de Kafka, me detiene una línea: "¿Con qué voy a perdonarme que hoy no haya escrito nada todavía? Con nada". Y otra: "Uno piensa que se describe correctamente, pero solo hay una aproximación y el diario la corrige". Y también: "En épocas de transición, como lo ha sido la última semana y lo sigue siendo este momento, se apodera de mí un asombro triste pero sosegado por mi insensibilidad. Estoy separado de todas las cosas por un espacio vacío, a cuyos confines ni siquiera intento acercarme".
Nada más grato a la voluntad mancillada y a la inquietud insatisfecha del artista, nada más consolador que reconocerse y refugiarse en las incertidumbres íntimas y en los cotidianos padeceres del genio ya glorificado.

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