jueves, 4 de junio de 2015

Valoramos y magnificamos las que presumimos trascendentes, pero apenas nos inquietan las pequeñas decisiones del día a día, esas que despacha la intuición sin someterse a otros filtros. Bajar la basura ahora o hacerlo mañana, tomar el café aquí o en el bar de la otra acera, telefonear a un amigo o prorrogar el silencio hasta que tal vez sea demasiado tarde, marcar el 19 o no marcarlo en el boleto de la suerte... El hamletiano ser o no ser se dirime a menudo en la sucesión encadenada de los hábitos triviales, y no en las altas empresas que retan nuestra incertidumbre y explotan los guiones de cine y los desenlaces novelescos.

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