miércoles, 1 de julio de 2015

Algo más de sesenta minutos con Joan Margarit, de quien hace un año no sabía casi nada. Leo de un tirón todos los poemas de Joana, el volumen que escribió durante la enfermedad y muerte de su hija. Leo: "Se daba cuenta, ante el sofá sin nadie, / de que no le quedaban, / de que nunca le iban a quedar, / suficientes recuerdos para fingir la vida". El aire acondicionado mantiene la sala a una temperatura discreta, soportable. Sigo leyendo: "ya ha empezado el olvido, / ya no existimos lejos de nosotros". A intervalos, los nueve meses de Darío se aseguran de que permanezco tumbado en el sofá, hasta que poco a poco se adormece en su hamaca. Leo aún: "y yo de pronto siento miedo y lástima / por si este orden fuese el gran bostezo / con el cual el futuro nos devora". Lágrimas de poesía, lágrimas limpias, lágrimas...

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Un post magnífico, esencial...

Pedro López Martínez dijo...

Gracias.