jueves, 7 de abril de 2016

J. Martínez de Paco dixit:  
Escribir es siempre pretencioso, pero a fin de cuentas un gesto íntimo que en determinadas ocasiones se torna, además, inevitable, necesario. Publicar, en cambio, es transigir a la vanidad para provocar el efecto patético del elogio o, como mal menor, para satisfacer la tristeza burocrática de un currículum, de un cartel anunciador en la feria literaria. Pero lo más ridículo, al cabo, es leer solemnemente para otros lo que uno ha escrito -hablo de la parafernalia del micrófono, del botellín de agua, de la erótica del púlpito-, porque entonces se revela la farsa toda en la amplitud social del evento, y aquel impulso pretencioso desciende al submundo de las frivolidades, a los terrores de la complacencia.

1 comentario:

Juan Ballester dijo...

Totalmente de acuerdo, solo que siempre ha sido así, desde que el hombre es hombre. El pintor de Altamira pintó para él -sobre todo para él- y después sus compañeros de tribu hablaron sobre eso tan bonito como el chamán del grupo vio en las pinturas "deseos de caza venidera". La creación es un acto hecho desde la soledad pero que, inevitablemente, la sociedad comparte y utiliza. El toreo lo hace el torero solo para él, aunque impúdicamente el público participa de ese misterio y se sobrecoge.