lunes, 25 de abril de 2016

Llega el día en que tu hijo ya tiene cuerpo para ponerse una de tus chaquetas, informal, de entretiempo, una que tú apenas has usado o que la coges para traslados ocasionales. Él no ha traído la suya, hace un poco de fresco y esta parece que no le queda mal; incluso coindice con el gusto fluctuante de sus quince años. Ya en el coche, tantea una libretita con notas sueltas y lee en voz alta -¡con cuánto pudor lo escuchas!- lo que algún día garabateó tu mano. ¡Vaya!, más retales olvidados en el bolsillo generoso de las ocurrencias:
"De todos los oficios, el de arquitecto es el más parecido al de novelista, salvo que el novelista no se desentiende de nada una vez ha diseñado el plano y se vuelca personalmente en los detalles últimos".
"Un relato que salte de sueño en sueño; esto es, que refleje el entramado de sueños que están viviendo de forma simultánea varias personas que duermen (por ejemplo, en una acampada, en un albergue...)".
"...la remota expectativa de un espíritu cómplice...".
"No confundir objetivos con resultados".
También sendas contraseñas de algún acceso electrónico que ya no recuerdas (A13589, ja230ni) y una relación de palabras (?) puestas en vertical, en este orden: pedantería, vehemencia, soberbia, pusilánime, elocuencia, jactancia, histriónico.