jueves, 19 de enero de 2017

Lo vengo constatando desde hace unos cuantos lustros, de manera que ya puedo cifrarlo en décadas: cada vez que se me impone el comentario en clase de algún texto de la denominada Generación del 98 concluyo que aquello que se escribió hace más de un siglo es, por desgracia, perfectamente extrapolable a la España de hoy; bastaría tapar la fecha y el nombre del autor. Azorín y Valle-Inclán, sobre todo, pero también Unamuno y Baroja, evidencian más que nunca nuestra orfandad en el examen riguroso y la interpretación de los problemas sustanciales, profundos, como sociedad y como país. En muchos aspectos seguimos en el mismo sitio, tan orgullosos como entonces de nuestros cerrilismos e ignorancias. Sobrecoge el déficit actual de intelectuales de altura, verdaderamente comprometidos con las causas perdidas, que sepan hacerse oír.

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