lunes, 6 de febrero de 2017

"Melibeo soy", le dice Calisto a su criado cuando este le pregunta si es cristiano, apenas en el primer acto de La Celestina. A la historia de la literatura no le disgustan los efectos simbólicos: en tan solo dos palabras puede uno cifrar la magnitud extraordinaria del salto entre dos épocas, entre dos edades, entre dos mundos; el paso definitivo desde la vieja mentalidad hacia la nueva mentalidad, extremo que no podía expresarse más que con la insolencia temeraria de un joven atravesado por el delirio de la pasión.

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