viernes, 28 de abril de 2017

Cuando ya la primavera nos había embaucado con su generosa avanzadilla, se insinúa de pronto esa especie remolona del invierno que confunde atmósferas y estaciones, y nos fuerza a sacar del armario abrigos que habían sido desplazados y arrinconados hasta que se postule un nuevo octubre. Esta propina inoportuna de cielos grises y paraguas tímidos que hoy nos ensucia los zapatos y enfría nuestra espalda, que debilita músculos y trastorna pensamientos, será mañana la certeza incontable de los días de sol y la templanza sucesiva de sus noches. Llámese astenia primaveral un poco pasada por agua.  

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