viernes, 26 de mayo de 2017

Hacía tiempo que no imaginaba un título. Para mí, el título suele ser el principio de lo que luego se convertirá en libro; muy pocas veces me ha ocurrido que el título se me revele al final. Pero ahora lo he visto claro sobre la portada, y si lo abro me recreo con un índice de capítulos que alternan la refutación y el elogio, con alusiones clásicas y derivaciones hacia el mundo de hoy, hacia la actualidad más rabiosa y casi hacia el futuro inmediato, y ello desde el justo equilibrio de un ensayo divulgativo, asequible en su estilo, entretenido, sugerente, discreto. No es necesario hacer un estudio de mercado para averiguar que se venderán unos cuantos miles de ejemplares, la mayoría gracias a las bondades del boca a boca. Tratado sobre la pereza, tal es su título. Lo he visto claro, lo he rumiado en mi cerebro y he tenido el impulso de tomar alguna nota inicial, algún apunte que me sirva de trampolín, y casi con el mismo ímpetu se ha ido diluyendo como la arena en un reloj y he terminado escribiendo esta reseña entusiasta sobre un libro que no existe, que no existirá por mí, pero que podría... Ay, qué pereza...

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