jueves, 8 de junio de 2017

Algunas palabras no solo nombran, no solo atesoran un significado, sino que se sitúan más allá de lo que refieren, en la región alta de los símbolos.
Como parte de una prueba final, les pido a mis alumnos que escriban en un folio durante media hora. No hay condiciones, ni géneros, ni variedades discursivas, ni indicadores gramaticales. No hay nada que los limite, salvo el buen uso del idioma y el horizonte de un título simple, invarible, común a todos. A un grupo le doy El muro; al siguiente, El puente; al tercero, El túnel. Después, disfruto leyendo la originalidad de sus propuestas, el alcance de su imaginación, el talento potencial, lo genuino.
¡Caben tantos mundos en dos palabras que se postulan como título!

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