sábado, 8 de julio de 2017

Para cualquier observador, el contraste de realidades paralelas cobra un énfasis particularmente cínico en la sala de urgencias de un hospital. Mientras el accidentado y el enfermo -y asimismo su estela de familiares- ponen gesto grave y compungido, alarmado o discreto, el personal sanitario -con su elenco de figuras subalternas- se esfuerza en promulgar desenfado, bromean en corrillos, hablan de frivolidades, ríen, como si el ejercicio de su profesión les hubiera enseñado a marcar distancias con el dolor, con la angustia y las incertidumbres que vienen del otro lado, de la otra realidad.
Confirmado: parece que esta noche toca dormitar aquí, en una habitación hospitalaria de nombre 606.

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