viernes, 1 de septiembre de 2017

Se acabaron los días peregrinos, la interinidad de las horas, la desubicación. Llega septiembre con su empuje de siempre, mas atenuado acaso por la experiencia de todos los septiembres, casi jugando a remolón, un poco ajeno al tumulto de eventualidades y de obligaciones inaplazables que trae consigo, sabiéndose cada vez más necesario para recuperar costumbres, hábitos, rutinas. Cualquier regreso se contagia de la luz de septiembre. Me gusta este mes, su expectativa cíclica, el repliegue que anuncia.

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