lunes, 2 de octubre de 2017

Ha entrado octubre bajando la cerviz, avergonzado, de puntillas, como un largo bostezo que nació en la entraña madrugadora del domingo y todavía prolonga su presagio más triste a la noche del lunes.
Pasan muchas cosas en el mundo exterior y otras muchas -indudablemente más- en el mundo interior, pero entre aquellas y estas no tejen ninguna red que se muestre halagüeña, que invite a mirar al resto del otoño con algún signo de confiado optimismo, de esperanza en el tiempo.
Ay, somos lo que sentimos. O ni eso siquiera.

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