domingo, 19 de noviembre de 2017

Hay libros de versos y hay libros de poemas. En aquellos predomina la chispa ocasional y acaso el ingenio aislado de una línea, de dos líneas memorables cada tres o cuatro páginas; en estos, la solidez sumaria de unas cuantas composiciones que eclipsan a las que se suceden una tras otra para rellenar el índice.
Y hay, también, poemarios, cancioneros, volúmenes cuyas distintas piezas se ensartan en una sola unidad temática y en un impulso común, constituyendo un discurso trabado y a menudo complejo que responde a determinada vocación estructural. Lo que no excluye que esta última sea bendecida por algún verso memorable, por alguna secuencia de mayor alcance poético. 

No hay comentarios: