Simplemente el siete se desliza hacia el ocho, el XII romano regresa al I, el treinta y uno pide paso al uno para reiniciar el ciclo. Así ha sido desde que el homínido que evolucionó hacia homo sapiens se detuvo a observar el movimiento de los astros y aprendió a cifrar y a organizar la línea incesante del tiempo, los días sucesivos con sus noches, las aperturas y las clausuras, el reguero sin tregua de la Historia. Así será mientras el hombre y la mujer permanezcan, mientras no acaben de estropearlo del todo, no sabemos hasta cuándo ni cómo. Y después otra vez nada, nada por siempre jamás, hasta que a algún dios aburrido de tantas eternidades se le ocurra otro argumento, otro suspiro de inquietud, otra obra en la que entretener sus ocios.
Ah la sugestión de los dígitos...
Salud!
domingo, 31 de diciembre de 2017
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1 comentario:
Acertadisima reflexión, los números y la nada. Bravo!!!!!
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