miércoles, 7 de febrero de 2018

En el ecuador de la noche me desvelan unas formas que todavía no son versos, que quisieran ser el andamiaje de un poema con más cuerpo:
Para sentirme vivo, 
necesito morir en cada instante.
Pasados varios minutos, mi pensamiento se debate entre sentir y saber; pruebo el cambio y me gusta:
Para saberme vivo,
necesito morir en cada instante.
Inseguro, emulando cierta diatriba de estirpe barojiana, dudo aún entre un manojo de preposiciones: ¿en cada instante, con cada instante, a cada instante? Al fin me quedo con la que mejor resuelve lo que deseo expresar:
Para saberme vivo,
necesito morir con cada instante.
Creo que el primer heptasílabo vale como principio, que después debería habilitar una sucesión limitada de negaciones versales y que, como cierre, se podría recuperar el primer verso y añadirle la sentencia, el endecasílabo:
Para saberme vivo, 
no [...]
no [...]
no [...]  
Para saberme vivo,
necesito morir con cada instante.
Ahora ya no hago cierto que fuera esto lo que intuí, ni si eran estas las palabras precisas que me asediaron en el ecuador de la noche.

No hay comentarios: