jueves, 8 de febrero de 2018

Primero el trazo casi tímido, el impulso primitivo de unos renglones sesgados en la vastedad del folio; más tarde, sobreviviendo a cualquier mudanza, las escasas páginas recobradas y reunidas a modo de antología, de autoantología mínima: tal ha de ser el postrer asidero del poeta anciano, su intimísimo catecismo, su resistencia y su gloria y su descanso.

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